El pluralismo religioso es una realidad evidente y permanente.
Ha habido, hay y habrá no una, sino muchas religiones. Este hecho hunde sus raíces en las limitaciones del hombre para ascender a la cima infinita de lo divino por las veredas trazadas con las fuerzas de la razón humana, incapaz de caminar en este terreno si no es a la sombra de la analogía. Pero tal vez nunca como en nuestros días el hombre ha sido tan consciente de este fenómeno.
El pluralismo religioso, la multiplicidad de religiones y de nuevos movimientos religiosos (sectas), muestra, a su modo, que lo religioso es connatural al ser humano. El hombre, con palabras de Zubiri (1), «no tiene, consiste en religión», o sea, religación respecto de la divinidad. Precisamente la religión es definida como el reconocimiento de esta religación y de sus exteriorizaciones. Quien no acepta la religión tradicional se incorporará a otra, incluso elaborará su propia religión alternativa, aunque profese no ser religioso. «El hombre es un ser en relación..., que busca la verdad..., y que vive de creencias» (2).
La Historia de las religiones es una ciencia positiva. Por ello no le compete demostrar la verdad ni el grado de error de una religión determinada, sino mostrar el abanico policromo de las creencias religiosas de las mujeres y de los hombres de las diferentes épocas y regiones. De ahí la conveniencia y hasta necesidad de la Historia de las religiones como asignatura. Su obligatoriedad no proviene de las creencias e increencias de sus posibles estudiantes. El estudio, al menos el científico y el teológico, de las religiones dimana de la naturaleza misma del ser humano, de la realidad evidente del pluralismo religioso, de la repercusión de lo religioso en lo socio-cultural y de la necesidad de una formación integral, también religioso-cultural, para la madurez personal. Además, la posibilidad de estudiar la religión y las religiones, o sea, lo común a todas las religiones y también lo específico de cada una de ellas, sobre todo en la medida de su implantación en cada región, es un derecho tanto humano como cultural de cualquier estudiante en centros educativos, sean o no estatales. En fin, la Historia de las religiones es como el punto de partida de todas las llamadas ciencias de la religión. Si alguien no conoce las diversas religiones, al menos en sus líneas generales y en sus rasgos individuantes caractenzadores, ¿cómo podrá discernir el influjo de lo religioso en la psicología humana (Psicología de la religión), en la sociedad (Sociología religiosa, Sociología de la religión), etc ?
Historia de las religiones pretende facilitar la consecución de estos y de otros objetivos En nuestros días no es raro encontrarse con personas de otra religión ni, menos aún, ser sujeto pasivo de la información proporcionada por los distintos medios de comunicación social Aunque de modo rudimentario, este Manual permite responder a las preguntas (¿cuáles son sus creencias, celebraciones, normas ético-morales, etc ?) que uno puede plantearse ante la presencia de un musulmán, judío, hmdú, budista, etc. Pretende asimismo facilitar el diálogo interreligioso, promover una actitud positiva y activa, no quejumbrosa, ni pasiva, ni activista, ni agresiva, ni despreciativa, m meramente sincretista en el trato con personas de religión distinta de la propia El verdadero diálogo interreligioso rehuye las salidas de tono, las abdicaciones e irenismo por falta de formación y sobra de inseguridad, la violencia, la intolerancia entre las diversas religiones y entre sus miembros El diálogo interreligioso busca la verdad para hallarla en el ámbito religioso, es decir, al Dios verdadero, que es la Verdad y la Salvación.
1 Naturaleza, historia y Dios (Editora Nacional, Madrid 71978) 373.
2 JUAN PABLO II, ene. La Fe y la Razón, n.21, 28 y 31 (14-9-1998).
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